Recuerdo como una pesadilla cuando, en la escuela primaria, tenía que aprenderme los poemas de memoria. En realidad, no me gustaba aprenderme nada de memoria, por repetición, palabra por palabra. Repetía cada frase mil veces, hasta que, al cabo de horas, por fin las palabras se quedaban grabadas en mi mente, pero solo durante un tiempo limitado.
¡Si hubiera conocido las técnicas de aprendizaje rápido todo habría sido diferente!
¡Aprender un poema habría sido de lo más divertido!